Hay estudios que aseguran que ni los espermatozoides ni los óvulos son vulnerables al coronavirus, pero las relaciones sexuales si que se han visto afectadas por el virus. El principal motivo ha sido evitar contagios. En cuanto a la fertilidad, la pandemia sí que puede tener efectos negativos en la capacidad reproductora de hombres y mujeres debido a los efectos del virus, así como los productos tóxicos desinfectantes.
En un estudio publicado en la revista Reproductive Biomedicine Online, el doctor Jan Tesarik, director de la clínica MARGen de Granada, ofrece una visión optimista y constructiva del futuro de los tratamientos de infertilidad, durante y después del COVID-19, y analiza su impacto en las parejas con problemas de fertilidad.
Las moléculas ECA2 están presentes en células de los conductos nasales, del intestino, de los riñones, de la vejiga y del corazón, que representan potenciales vías alternativas de la entrada del virus en el organismo.
Sin embargo, la transmisión del hombre a la mujer en el acto sexual no se puede excluir. De hecho, un estudio reciente ha detectado la presencia del virus COVID-19 en el eyaculado de algunos hombres afectados por la enfermedad. El eyaculado contiene varios otros tipos de células, además de los espermatozoides, que pueden, en teoría, transmitir el virus, aunque ningún caso real de transmisión sexual aún ha sido documentado. “La ventaja de la ICSI -indica el doctor Tesarik- es que todas las células, que no sean el espermatozoide por inyectar, se eliminan, y la transmisión es imposible. También es imposible la transmisión de la mujer al hombre en el acto sexual, porque el virus esta ausente en la vagina”.
Covid-19 y fertilidad
Una de las principales preocupaciones de las parejas es saber hasta qué punto la situación creada por la pandemia puede deteriorar su estado de fertilidad. Según un otro estudio reciente, estos riesgos existen y pueden ser de diversa índole, como un efecto directo del virus sobre los órganos reproductores, efectos tóxicos de desinfectantes medioambientales, ansiedad causada por las condiciones de confinamiento y, sobre todo, varios tratamientos antivirales.
En el caso de los hombres, aunque el virus no pueda atacar a los espermatozoides, las moléculas de ECA2 están presentes en diferentes otros tipos de células testiculares que fomentan el desarrollo y la maturación de los espermatozoides. Consecuentemente, su infección puede afectar indirectamente la cantidad y la calidad de los espermatozoides de los testículos.
Los hombres jóvenes afectados por la COVID-19 deberían dejar evaluar su espermiograma y la integridad del ADN de los espermatozoides y, en caso de un deterioro progresivo, congelar el esperma antes de que se produzcan daños más importantes. De hecho, se registraron daños testiculares en una epidemia precedente con el virus SARS, íntimamente relacionado con el virus COVID-19. Sin embargo, no se detectó ningún deterioro importante de la función reproductiva de la mujer.
Otros riesgos, quizá más relevantes, son las consecuencias del estado de pánico provocado tanto por el miedo de enfermar como por ver peligrar el futuro económico y laboral. El estrés crónico causado por la pandemia perturba el eje hormonal regulativo entre el hipotálamo, la glándula pituitaria y las glándulas suprarrenales, con posibles daños en los espermatozoides y los óvulos. En cuanto al uso de los desinfectantes, a pesar de varias sospechas, aún no fue demostrada ninguna toxicidad para el sistema reproductor.
Medicamentos y fertilidad
Algunos agentes terapéuticos antivirales, como remdesivir, ribavirin, lopinavir/ritonavir, cloroquina y hidroxicloroquina, producen varios efectos adversos en espermatozoides. “Hasta ahora, ninguno de aquellos medicamentos ha mostrado eficacia contra el virus, a pesar de los muchos estudios prospectivos en marcha. Independientemente de su eficacia, la mayoría son más o menos tóxicos para varios sistemas del organismo humano, incluyendo el reproductor,” comenta el doctor Tesarik.