Debe consultarse urgentemente al pediatra cuando el niño presenta fiebre que se acompaña de uno o más de los siguientes síntomas:
• Mal estado general: el bebé o niño está somnoliento, duerme mucho y es difícil despertarlo. Episodio de mirada fija, movimiento de los miembros o presencia de color azul en los labios, lo que puede corresponder a una convulsión. Debemos diferenciarla del chucho de frío, que es un temblor de todo el cuerpo que se acompaña de castañeteo de dientes, pero a diferencia de la situación anterior, el niño está consciente, nos sigue con la mirada y/o llora.
• Irritabilidad: llora en forma permanente aún en brazos de los padres y es imposible consolarlo o, por el contrario, presenta llanto débil o decaimiento importante.
• Quejido respiratorio.
• Respira rápido, se le hunden las costillas al respirar o respira con dificultad.
• Lesiones en la piel de color rojo, como una picadura de insecto, que no se borran al presionarlas con el dedo.
• Fontanela (mollera) abultada.
• Rechaza el pecho o no ingiere líquidos.
• Vomita todo lo que ingiere.
• Persiste la fiebre más allá de las 48 horas posteriores a estar recibiendo el antibiótico indicado por el médico