Tener un hijo es un motivo de alegría, pero muchas veces las cosas no son como una las imagina y el cansancio y el dolor físico pueden más que el hecho de tener a tu bebé en brazos. En otras ocasiones todo ha ido bien y no hay motivo para esa tristeza o bajón de ánimo que parece haberse instalado en lo más profundo. La depresión después del parto es muy frecuente, sin embargo a menudo para las afectadas hablar de ello es un tabú.
Según los datos que maneja la Organización Mundial de la Salud, alrededor de 300 millones de personas en todo el mundo tienen problemas asociados con la depresión. El abatimiento, tristeza y sensación de incapacidad de
afrontar las más sencillas tareas puede durar varias semanas y en algunos casos resultar incapacitante para la persona.
Mientras que durante el embarazo tanto los ginecólogos, como las matronas y los médicos de atención primaria hacen un seguimiento continuo y exhaustivo de la mujer; después de dar a luz, precisamente cuando más dudas surgen respecto al cuidado del bebé y en un momento en el que la mujer aún no está totalmente recuperada, los controles médicos se relajan y una puede sentirse sola y hasta desamparada.
Puede que te sientas reflejada con esta descripción. Y si no es así, seguro que conoces a alguien que se ha sentido de este modo.
En función del momento, la intensidad y la duración con la que se da ese sentimiento de tristeza o abatimiento, los expertos hablan de distintos tipos de depresión post parto, que requieren diferentes tratamientos y terapias.
Lo que está claro es que debe dejar de ser un tabú y que si la mujer no se siente con energía, debe acudir a su médico.
Independientemente de cuál sea tu caso, en los meses posteriores al nacimiento de tu bebé es lógico que te sientas más sensible y más vulnerable. Esto es normal. Acabas de vivir probablemente la experiencia más intensa de tu vida y lo que no sería normal es que no te afectara. Te aconsejamos que busques compañía de gente que pueda ayudarte a la vez que te hace sentir bien. Muchas veces, con la mejor intención llegan manos a ayudar que lo que hacen es cuestionar cada decisión que tomamos y esto en la práctica no resulta nada beneficioso.
También es buena idea que tu pareja y tú penséis cómo queréis gestionar las visitas, porque no siempre os apetecerá estar acompañados. Habrá momentos en los que necesitáis descansar, hablar sobre tantas cosas que os están sucediendo o simplemente contemplar a vuestro hijo en silencio. Os recomendamos que seáis asertivos y claros a la hora de pedir a vuestro entorno familiar y de amigos que respeten vuestro propio ritmo. En estos momentos la prioridad es que madre e hijo estén bien.
Es fundamental que seas consciente de que después del parto tienes que darte un poco de margen para adaptarte a la nueva situación. No seas demasiado dura y exigente contigo misma. Poco a poco tu pareja y tú aprenderéis a organizaros cada vez mejor, con lo que irás sintiéndote mejor también. Si no es así, no retrases la visita al médico. Él y la matrona serán quienes mejor te aconsejen.