Las amígdalas y las adenoides son un acúmulo de tejido linfático que forman un anillo (anillo linfático de Waldeyer) que rodea la parte posterior de la faringe. Las amígdalas se localizan a ambos lados de la garganta, y las adenoides arriba y por detrás de la nariz. A diferencia de las amígdalas, las adenoides no pueden verse por la boca sin la ayuda de instrumentos especiales, o mediante una radiografía. Pero ambas se encuentran estratégicamente ubicadas en el paso del aire pulmones, y su labor consiste en “filtrar” las bacterias y virus que entran a través de la nariz.
Esta función es muy importante durante los primeros años de vida, pero va disminuyendo a medida que el niño crece. Es más se estima que más allá de los cinco años su rol es prácticamente insignificante. Aunque en etapas tempranas de la vida estos órganos constituyen una barrera contra los gérmenes, también pueden ser causa de enfermedades. Es decir: infectarse en forma crónica con virus y bacterias y convertirse en una fuente de problemas que pueden repercutir en todo el organismo.
¿CUÁNDO HAY QUE OPERAR?
Cuando las amígdalas y las adenoides se inflaman, pueden llegar a provocar trastornos respiratorios. En ese caso, se hace necesario extirparlas mediante una cirugía. ¿Cómo te das cuenta de que están ocasionando problemas?: Por la aparición de ciertos síntomas, como la apnea (interrupción de la respiración durante el sueño), los ronquidos, la voz gangosa, y las infecciones frecuentes de garganta. Las complicaciones respiratorias pueden desencadenar, además, otras situaciones más serias.
COMPLICACIONES:
• Como tu pequeño no puede respirar bien por la nariz, tiene que hacerlo por la boca, y eso puede provocarle trastornos en el desarrollo de la cara. Entre otros, paladar ojival y problemas en la alineación de los dientes.
• Otro inconveniente de este tipo de infecciones es que impiden que tu hijo descanse bien durante la noche. Por eso, puede estar irritable, somnoliento e incluso hacerse pis en la cama (enuresis).
• También a la larga, pueden causar disfunciones hemodinámicas o cardiovasculares, porque al no llegar la suficiente cantidad de aire, los pulmones no se expanden, y el circuito pulmonar se ve forzado, igual que el ventrículo derecho, que es el que los alimenta.
• Por otro lado, si las amígdalas y las adenoides adquieren un tamaño muy grande, tu pequeño va a tener dificultad para tragar. Eso puede originar perturbaciones alimentarias, y en consecuencia, en su crecimiento y desarrollo.
• La infección crónica de amígdalas y adenoides puede motivar la obstrucción de un conducto llamado trompa de Eustaquio, que al ocluirse, no permite la entrada del aire al oído medio y causa desde dolores de oído hasta procesos infecciosos que afectan el oído medio (otitis)