Treceava parte. Continuamos con nuestra recopilación sobre las dudas y preguntas sobre el embarazo y el parto
41. ¿Tengo que estar acostada para dar a luz?
Lo deseable sería que cada mujer pudiera parir a su hijo en la postura en la que se sintiese más cómoda. Pero el empleo de la monitorización y la anestesia epidural obligan a que las parturientas pasen la mayor parte de la dilatación en la cama sentadas o recostadas de lado. Los especialistas desaconsejan acostarse boca arriba, porque la presión del útero sobre la aorta puede reducir el aporte de oxígeno a la placenta. En algunas clínicas se realizan partos de pie o en cuclillas, pero la mayoría de los especialistas prefieren utilizar el sillón de partos. En posición vertical, la fuerza de la gravedad facilita la salida del bebé.
42. ¿Cómo se administra la epidural?
Después de anestesiar la zona, el especialista introduce una aguja entre dos vértebras de la región lumbar y a través de ella inserta un catéter por el que se irá administrando la dosis de fármaco necesaria para insensibilizar la zona.
43. ¿Seré capaz de pujar?
La anestesia epidural bloquea el dolor, pero no la sensibilidad. Por eso, es posible seguir notando las contracciones (se aprecia un endurecimiento
del abdomen cuando llegan) y la sensación de pujo.
44. ¿Para qué se coloca goteo?
Durante el parto es habitual que a la mujer le pongan un gotero, es decir, una vía intravenosa por donde le administrarán líquidos (suero) para mantenerla hidratada y nutrida. Esta práctica se realiza por sistema cuando se utiliza la epidural, ya que ésta suele bajar la presión arterial, y el suero ayuda a equilibrarla. El goteo por vena también se utiliza para administrar hormonas cuando se induce el parto.
45. ¿Qué motiva una cesárea programada?
A veces, el ginecólogo ya sabe desde el principio que la mujer no va a poder afrontar un parto vaginal (por ejemplo, si ha pasado por más de dos cesáreas o sufre alguna alteración ósea que impide al bebé atravesar el canal de parto). No obstante, en la mayoría de los casos la decisión no se toma hasta el final del embarazo.
La intervención se suele programar cuando la placenta tapa la salida del útero (placenta previa), el bebé viene de nalgas y la madre es primeriza, o se sospecha que el bebé es muy grande. También es habitual en las gestaciones de más de dos criaturas o de dos mal colocados.