Durante todo el embarazo te harán varias pruebas para conocer tu estado de salud y el de tu bebé. Desde que te quedas embarazada aparecen las pruebas. La primera, el test de embarazo, que determinará si estás o no embarazada. Al comienzo se hace una citología si no se ha hecho en tres años, una exploración de las mamas y otra de las piernas para descartar varices. Se realiza una historia clínica completa. Después, un análisis de sangre si hay dudas para confirmar dicho embarazo y para ver el estado de salud de la madre y se pide un cultivo de orina para descartar una infección. Además, las pruebas variarán según la salud de tu embarazo. Por ejemplo, si tienes un embarazo de riesgo, te harán mucho más seguimiento para tener todo bajo control y que no haya problemas.
Si todo va bien y dependiendo del ginecólogo o ginecóloga, te harán unas tres ecografías durante toda la gestación. Además, muchas mujeres acuden a médicos privados para hacerse alguna más. Se hacen varias analíticas a lo largo de todo el proceso para ir controlando a la madre. Hay algunas enfermedades como la diabetes o los problemas de tiroides que son importantes y que se detectan con un siemple análisis de sangre.
Cerca del final del embarazo se realiza un cultivo vaginal y rectal para descartar que la embarazada tenga el estreptococo agalactiae. En la última semana, el control es más frecuente. A veces se realiza un perfil biofísico (ecografía con control de movimientos y tono del bebé, cantidad de líquido amniótico. Además, en todas las visitas se comprueba la tensión y el peso.