El ombligo es la cicatriz que queda tras la rotura del cordón umbilical en el bebé. El cordón umbilical requiere unos cuidados higiénicos para terminar de caerse correctamente. Deberá estar limpio, seco y protegido de la orina y otras humedades. Suele ser debida a la infección por gérmenes del tipo Staphilococcus aureus y Streptococcus beta hemolítico, los cuáles pueden diseminar la infección por los vasos linfáticos y sanguíneos de la zona.
Durante el proceso de separación del cordón umbilical del abdomen, la posibilidad de infección es alta porque los vasos sanguíneos quedan expuestos y esto constituye una puerta de entrada de gérmenes al organismo. El primer signo de que tenemos una infección en nuestro ombligo es que empieza a oler mal. Si el cordón umbilical está húmedo y con secrecciones purulentas o turbias, hay que consultar al pediatra. Además, también se produce enrojecimiento alrededor del ombligo y edema.
La infección de ombligo se diagnostica fundamentalmente por los síntomas que presenta el recién nacido. Es necesario hacer un diagnóstico precoz, ya que la onfalitis pueden ser extremadamente grave, dada la permeabilidad de los vasos umbilicales que persiste hasta aproximadamente los 20 días de vida. En los casos más severos se suman a los síntomas la fiebre y signos de toxicidad
Se han descrito como factores de riesgo para padecer onfalitis el bajo peso de nacimiento, un trabajo de parto prolongado, la ruptura prematura de membranas y el sexo masculino. El tratamiento será prescrito por el especialista.
Los casos más leves pueden ser tratados con preparados tópicos, y en los más graves el tratamiento debe ser agresivo con antibióticos endovenosos. Sólo en casos muy extremos se procede a un drenaje quirúrgico
La mejor cura es la de mantener el cordón limpio y seco. Pero ante la posibilidad de infección, podemos recurrir a los antisépticos, entre los cuales, contamos con: el Alcohol de 70º o la Clorhexidina.