Cuentos para niños: Un pingüino muy friolento
Pablo no era como sus hermanos de la colonia, pues, mientras los demás se pasaban el día esquiando, cazando o bañándose, él, bien acurrucado en el fondo de su igloo, se apretujaba contra su más preciada compañera: una vieja estufa de carbón. —Vení, Pablo, no seas tan friolento y ven a jugar con nosotros —le decía con frecuencia su amiguita